lunes, 28 de octubre de 2013

EL FERROCARRIL DE BARCELONA A MATARÓ

Réplica de la locomotora Mataró, construida en 1948 para conmemorar el primer centenario del ferrocarril de Barcelona a Mataró. Familia Reigadas

Hoy se cumple el 165 aniversario del primer ferrocarril peninsular de servicio público, el camino de hierro de Barcelona a Mataró. En recuerdo a esta efeméride, reproduciremos en este blog la crónica que, al respecto, publicó el Diario de Barcelona:


Ha tenido lugar, en el día de ayer, el fausto suceso que anunciabamos. Queda ya solemnemente inaugurado el primer ferro-carril de España, y Barcelona y Mataró ya no son más que una sola población. Ambas ciudades han estrechado el circulo de elaciones que las unían, y sujetas por una línea de hierro, quedan desde hoy hermanadas como dos buenas amigas para formar una liga de recíprocos intereses en provecho propio y en provecho común.

En muy pocas, tal vez en ninguna ocasión hemos asistido á un espectáculo tan sorprendente como nuevo, tan grandioso como interesante. La perennidad del tiempo y la impresión de que nos hallamos poseídos los, nos impédirá el trazar una reseña tan exacta y detallada cual quisiéramos de las escenas de que hemos sido testigos. Tomamos pues apresuradamente la pluma para describirla, sencilla y ligeramente bosquejadas, guiados solo del deseo de satisfacer la natural curiosidad de nuestros lectores.
           
Una parte muy considerable del vecindario de Barcelona y de los pueblos inmediatos, que ansiaba el momento de presenciar la inauguración del ferro carril, ocupaba ya anticipadamente a la hora prefijada para la bendición todas las avenidas de la estación de Barcelona o se establecía en la parte esterior de la puerta de D. Carlos. Como providencialmente, el día, que había amanecido nebuloso y cubierto, tornose apacible y despejado y un sol hermosísimo comunicó nueva vida al movimiento general. Mientras el público y numeroso concurso se entretenía en examinar los preparativos de la gran fiesta que iba á celebrarse, esperando presenciar por primera vez el desfile del convoy, iban llegando al embarcadero de esta capital nuestros dignos prelados S. E. el lImo. Sr. obispo de esta diócesis y el Ilmo. Sr. obispo de Puerto Rico, los excelentísimos señores capitán general, general segundo, cabo y jefe político interino, varios otros señores generales y demás autoridades civiles, eclesiásticas y militares, comisiones del ayuntamiento, diputación y consejo de provincia, Iltre. Sr. regente y magistrados de la audiencia territorial, jueces de primera instancia, comisiones del cuerpo diplomático y de varias corporaciones científicas, políticas e industriales, del estado mayor y cuerpos facultativos del ejército y armada, con otras varias personas distinguidas que habían sido invitadas por los señores directores de la empresa del ferro-carril, inclusos los primeros accionistas de la misma.

Entrase al paradero de la estación por la puerta del centro de un edificio de bella aunque modesta apariencia. Después de la primera pieza, que es la que sirve de entrada, se hallan los salones de descanso; uno de ellos, que está destinado para los pasajeros que van en los coches de primera clase, es muy espacioso y está adornado con sencilla elegancia. Inmediato a este salón se halla una pieza destinada para tocador de señoras. Las puertas de los salones de descanso comunican a una especie de terraplén, desde los cuales se sube a los carruajes.

Sobre el indicado terraplén se había ayer colocado un pequeño altar con la imagen del Crucificado, destinado para el ceremonial de la bendición. Cubríale un pequeño pabellón pintado con los colores nacionales y sobre su cúspide ondeaba un pendón blanco, en cuyo centro descollaba una cruz roja y el lema In hoc signo vinces, y sobre los arcos que lo sostenían flotaban varias banderolas en las cuales estaban representados los escudos de armas de Barcelona y Mataró, y las de todos los pueblos intermedios, a saber: Badalona, Mongat, Alella, Masnou, Vilasar y Premia. El reloj que descuella sobre la fachada esterior del edificio que, como todos los otros de las demás estaciones, son obra del señor Garcon, señalaba las nueve de la mañana cuando el anciano y venerable prelado y el nuevo señor obispo de Puerto Rico, revestidos con trage de pontifical, y auxilidados de algunos reverendos sacerdotes, dieron comienzo al rezo de los divinos cánticos. Durante esas religiosas prácticas, los circunstanciales permanecían en pie observando el decoro y reverente compostura que inspiran siempre en católicos pechos las veneradas prácticas y los sagrados ritos del culto cristiano. La ceremonia de este día, por el objeto a que estaba dedicada y por el grandioso objeto que inauguraba, tenía cierto tinte particular y solemne que en vano intentaríamos describir. Las devotas preces de los prelados ante aquella lucida concurrencia, delante de aquellas máquinas y en medio del vasto arsenal de coches, carruajes, vagones y aparatos de toda especie, era a la vez tan sublime como grande. Los aparatos locomotores, como rindiendo homenage a la sublimidad del culto, se presentaron sumisamente ante el ara santa para recibir a su vez la bendición de Dios, a través de sus ministros. Cuatro son las locomotoras que la empresa tiene a su disposición, las cuales tienen por nombre Cataluña, Barcelona, Besós y Mataró.

Concluía el ceremonial y la bandera española ondeaba, no solo sobre el edificio, donde se veía flotar entre los pabellones de las naciones amigas, sino también sobre las locomotivas. Se colocaron en los coches de distinción las primeras autoridades y las demás personas convidadas en otros varios coches de los de primera clase. La música del cuerpo de artillería, que había tocado escogidas piezas durante el acto de la bendición, se colocó también en dos vagones y continuó tocando durante todo el camino.

Animada, fascinadora es la sensación que se esperimenta cuando el tren, arrancando pausada y majestuosamente de la estación de partida, emprende en breves momentos una marcha progresivamente acelerada y aquella inmensa mole de carruajes se empieza a mover con asombrosa rapidez. Era de ver ayer, cuando el estrépito de los vivas y de los entusiastas aplausos el convoy conductor de la ilustre y respetable comitiva atravesaba radiante de júbilo por entre las compactas masas de millares de espectadores. Pronto esas masas habían desaparecido de la vista de los viajeros, pero a estos parecía oír aun, repetido por el eco, el estruendo de sus festivas aclamaciones, cuando habiendo podido contemplar el largo puente de Besós y sus risueñas orillas, el tren llegaba ya a la playa de Badalona y desde allí, disfrutando siempre de la vista de nuevos y agradables paisajes, los pintorescos pueblos de la costa aparecían y desaparecían a su vista como los cuadros de un artificial panorama. Esos mismos pueblos, cuya perspectiva es siempre tan hermosa, se presentaban ayer más limpios y más blancos que de costumbre, y sus habitantes todos, formando una especie de línea animada a ambos lados del ferro-carril, desde Barcelona a Mataró, multiplicaban y estendían como por una prolongada corriente eléctrica, el estruendo de los mismos vivas y aplausos y las voces reproducidas por el eco de las montañas iba a perderse en el dilatado horizonte de las vecinas playas , cuyas aguas, meciéndose suavemente sobre la arena, ofrecían la idea de una calma y tranquilidad, que contrastaba maravillosamente con el animado cuadro que ofrecían las inmediatas comarcas.

Detúvose el tren en el Masnou, en cuyo punto, como centro del camino, debía tener lugar la segunda bendición, la que se verificó con igual solemnidad, a presencia del venerable clero y autoridades de dicha villa que, como los demás pueblos de la carrera, fueron incorporándose a la comitiva. En la sala de descanso de la estación se había levantado un altar con la imagen de la Virgen. Después de una media hora de descanso, el tren se puso de nuevo en movimiento. Grave, grandiosa e imponente es la impresión que se experimenta cuando se ve por primera vez en la vida la rapidísima marcha de un tren de viaje sobre la plana superficie de un ferrocarril. Cuando se contempla a esa especie de población ambulante atravesar, como flecha despedida por un arco, tan estenso espacio en tan limitado tiempo, late el interior del pecho al sentimiento de un pasmo indefinible que embarga el entendimiento. La razón, empero, pronto adquiere su predominio y se envanece al considerar el poderío del hombre que, destello de Divinidad, emplea su talento creador y los años de su efímera existencia en descubrimientos cada vez más grandes e importantes. Y no debemos pasar por alto una observación notable. Cuando el tren recorre el ferro-carril, huyen espantados los caballos, los bueyes, los rebaños que transitan en loscaminos y campos vecinos, como, para dar un testimonio de la debilidad de sus fuerzas ante el humano poderio.  Las aves huyen también; pero el dominio aéreo que ellas recorren el hombre ha probado inútilmente hasta el día atravesarlo con dirección determinada y completa seguridad. ¿Quién puede asegurar si multiplicando esfuerzos no lo conseguirá algún día?

Eran ya las doce menos cuarto, y el tren entraba triunfante en la ciudad de Mataró, y saludábanle con entusiasmo la inmensa multitud de personas de todas clases y categorías que se hallaban diseminadas por todas las inmediaciones del paradero ó estación que se hallaba en dicho punto. El ilustre ayuntamiento de Mataró, formado en cuerpo, y el caballero gobernador y todas las autoridades de la propia ciudad, esperaban a la comitiva. Un batallón de tropa y alguna fuerza de caballería estaban formados en orden de batalla, recibiendo al Excmo. Sr. capitán general y demás autoridades con los honores de ordenanza. En el indicado sitio tuvo lugar la última bendición y ante el altar ante la cual se verificó se veían las imágenes de las dos Santas Mártires patronas de la antigua Iluro.

Recorriendo las principales calles de la referida ciudad al son de diferentes músicas militares, el Ilmo. Sr. obispo de Puerto Rico, siempre vestido con los hábitos pontificales, con todo el acompañamiento de autoridades y personas distinguidas que habían presenciado la última bendición, se dirigió a la iglesia parroquial. El señor obispo de Barcelona, atendiendo a su avanzada edad y a lo largo del trecho que había de recorrer, se quedó en la estación. Todos los balcones de las calles del tránsito se hallaban adornados de damascos y colgaduras. El indicado templo estaba iluminado con extraordinaria profusión, presentando un sorprendente golpe de vista. Su Ilma. entonó el Te Deum, que fue cantado por la capilla de música y por los artistas de la compañía lírica del teatro de Mataró, Sres. Di Franco, Soler y Barilli. Algunos de los versículos que cantó este último con robusta y sonora voz produjeron grande efecto.

Terminado el acto de acción de gracias al Todopoderoso por el feliz suceso de una empresa que tan prósperamente ha llevado a cabo, después de continuos afanes, el grandioso proyecto de inaugurar el primer ferro-carril de la Península, el ilustre cortejo volvió por otras varias calles al local de la estación.

Allí se había levantado una bellísima tienda de campaña, dividida en dos diferentes departamentos, uno de ellos destinado para las primeras autoridades y el otro para las demás personas convidadas. En ambas se veían dos grandes mesas simétricamente dispuestas, abundantemente provistas y rica y lujosamente adornadas. Entre flores y preciosas porcelanas y hermosas piezas de cristal figuraban gran copia de botellas con esquisitos vinos, fiambres, gelatinas, dulces y conservas de todas clases, hábilmente dispuestas por el Sr. Cuyás, dueño del café de las siete puertas de esta ciudad.

Al terminarse el almuerzo se pronunciaron diferentes brindis, que sentimos no poder recordar por estenso. El Excmo. Sr. capitán general brindó por S. M. y el ilustre señor corregidor, a nombre del ayuntamiento, por la sociedad del ferro-carril y la prosperidad de Cataluña. Entre las varias personas que también brindaron, recordamos el Sr. Cubí y Soler, el Sr. Viñas, que recitó unos versos latinos, y el señor juez de primera instancia de Mataró. El Sr. D. Juán Miret, digno director de la empresa, brindó a su vez por las autorídades y dio las gracias a los concurrentes. Sentimos en gran manera no poder reproducir en estas páginas el notable y brillante discurso que con enérgico al par que espresívo y elocuente lenguage, felicitó a todos sus consocios ensalzando como era justo el buen celo con que tanto la junta actual, como la que la había precedido, han cumplido con la confianza que en ella habían depositado los señores accionistas, se mostró agradecido por la buena correspondencia que siempre había encontrado en todas las autoridades y la escrupulosa integridad así como la notable pericia é inteligencia con que la sociedad inglesa encargada de la construcción del ferro-carril y los señores ingenieros ingleses que la han dirigido han cumplido leal y religiosamente sus compromisos, haciéndose acreedores de un eterno reconocimiento. Y manifestó también su gratitud a los ingenieros civiles Sres. D. Antonio Arriete y D. Agustín Marcoarlú por la parte que habían tomado con sus luces y consejos á la mejor alineación del camino.

Después de finido el almuerzo, los señores que habían tenido la honra de ser testigos de la inauguración pasearon aun durante unas dos horas por las calles de Mataró, que todas ellas presentaban el animado aspecto de un día de gran fiesta. Iban a empezar los bailes públicos que aquel ayuntamiento tenía dispuesto en demostración del público regocijo, cuando el tren emprendió su marcha de regreso hacia esta capital.

Este viaje se hizo sin detención alguna y se recorrió toda la línea en unos treinta y cinco minutos. La concurrencia que presenció el viaje de la tarde era tal vez más considerable que el de la mañana.

He aquí, tosca y desaliñadamente, lo sucedido un día que lo será siempre de venturosa memoria para el suelo español. La ciencia, la voluntad, la actividad y el trabajo se reunieron para vencer obstáculos y dar cima a la gran empresa. El público sabe la lucha de oposiciones con que ha tenido que lidiar el buen celo de las juntas directivas que han estado al frente de la misma, empleando la eficacia de prudentes al par que enérgicos medios. Mientras tal sucedía, recibianse ya las máquinas y aparatos y seguían los grandes trabajos de construcción y como si se quisiere potenciar cuan impotente era la resistencia que se oponía a la realización de tan notables esfuerzos, una montaña abría sus recónditos senos para facilitar paso a la línea que iba a establecerse.

¡Honor eterno a la referida empresa! ¡Honor eterno a los señores ingenieros ingleses, Looke, Mackenzie, Robson y Nright que han secundado y puesto en planta los vastos proyectos de aquella. Las sinceras felicitaciones que ayer recibieron son el testimonio más elocuente de la gratitud que han escitado sus laboriosos afanes.

Relativamente a los señores que han estado al frente de la dirección de la empresa, y cuyos nombres no sabemos en este momento, ningún elogio es bastante para ensalzar tan debidamente como se merecen la constancia de sus honrosos y constantes esfuerzos.

Tanto Barcelona como Mataró conservarán un vivo recuerdo del día de ayer, día que consideramos de grande satisfacción, de nombre orgullo para el laborioso pueblo catalán que ha conseguido la gloria de ver funcionar en su privilegiado suelo el primer ferro-carril de España. ¡Ojalá que prontamente pudiésemos anunciar la inauguración de otros varios!   
 
Tren del centenario fotografiado en la estación de Mataró con ocasión de la conmemoración del sesquicentenario del primer ferrocarril peninsular. Fotografía de Juanjo Olaizola


1 comentario:

  1. me gustaría conseguir el calendario, que se hizo, que con el motivo del 100 aniversario Mataró - Barcelona 1948...disfrutaba muchísimo viajar desde Mataró a Barcelona, e ir a la estación a verlo, o estar en la playa, ir y venir ....

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